Proponen desarrollar la industria maderera para mitigar el cambio climático
En el mes del ambiente, la Federación Argentina de la Industria Maderera (FAIMA), entidad de segundo grado que representa a 28 cámaras a lo largo y ancho del país y comprende a toda la cadena foresto-industrial, remarca la importancia de este recurso natural en la mitigación del cambio climático.
La Argentina cuenta con alrededor de 55 millones de hectáreas de bosques nativos en distintas categorías de conservación. Los bosques nativos son ecosistemas forestales naturales compuestos por especies arbóreas nativas maduras, flora y fauna asociadas, que en su estado natural otorgan equilibrio dinámico y brinda diversos servicios ambientales a la sociedad, además de los recursos naturales con posibilidad de utilización económica.
Desde 2007, la ley 26.331 de Presupuestos Mínimos de Protección Ambiental de los Bosques Nativos, también llamada Ley de Bosques, regula la actividad. “Después de atravesar un periodo de falta de financiación de los fondos, en los últimos 3 años se ha producido un incremento sustancial en los montos previstos para el manejo de los bosques”, indicó Daniel Loutaif, coordinador del Departamento de Bosques Nativos de FAIMA. Este departamento está integrado por los actores principales de las cámaras de Misiones, Salta, Chaco, Jujuy, Tucumán, Santiago y Tierra del Fuego. Desde 2023, participa en la Mesa de Bosques del Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA) con voz, pero sin voto.
La administración responsable del recurso natural constituye una gran oportunidad para el sector, ya que la Industria Maderera es un actor muy importante en la mitigación de los gases efecto invernadero y en la captura de CO2 (dióxido de carbono). Cabe destacar que las ventajas ambientales se maximizan cuando se lleva a cabo una gestión forestal sostenible que garantice la regeneración de los bosques y la conservación de la biodiversidad.
En este sentido, en Argentina, se vienen implementando prácticas que permiten compatibilizar la producción y aprovechamiento de los bosques, con la conservación de la biodiversidad y el uso sostenible y sustentable de los recursos, buscando el equilibrio entre lo ambiental, social y económico.
“Actualmente, las actividades agrícolas y ganaderas pueden complementarse con las actividades forestales del bosque, mediante una buena planificación y la coordinación intersectorial en los planos locales y nacionales”, precisa Loutaif.
Contrarrestando el cambio climático
Los árboles son reconocidos ampliamente por su aporte a la mitigación del cambio climático, ya que se aceptan como el sistema basado en la naturaleza más eficiente para absorber CO2 de la atmósfera. De hecho, se estima que un metro cúbico de madera contiene alrededor de una tonelada de CO2, que equivale al consumo de 350 litros de gasolina.
“La actividad transformadora de la foresto industria continúa manteniendo el CO2 en el producto durante toda la vida útil del mismo, sea un mueble, una puerta, un piso o una casa. Es decir, mientras más usemos productos elaborados con el recurso natural madera, más beneficiamos al ambiente”, precisa Loutaif. Siguiendo esta línea, es vital el aporte que el uso de la madera realiza al sustituir productos no renovables y de uso intensivo de energía, así como en la generación de energías alternativas en base a subproductos de la madera. La madera no solo tiene la capacidad de almacenar el CO2 en sus usos sólidos, sino que, además, ofrece alternativas para sustituir productos de origen fósil.
En lo que respecta a construcción, la madera resurge como el material estrella por ser sostenible: es más eficiente en el consumo energético y reemplaza productos no renovables (cemento, hierro, aluminio) y con alto nivel de emisión de gases de efecto invernadero, convirtiéndola en una opción preferible.
Con las casas de madera se retira el carbono del ambiente, mientras que la huella de carbono del proceso constructivo es cero o positiva. No hay otro material con esas características. Por otro lado, para su disposición final, es renovable y reciclable. “La posibilidad de transformar los residuos de la actividad en materiales como chip, briquetas, pellet, que sirven a la cogeneración de energía, como abono o combustible renovable; permite constituir una economía circular muy importante para la actividad productiva del sector”, señala.
Estas características no solo ayudan a la mitigación del cambio climático en toda la cadena productiva, sino, además, a una bioeconomía circular, y con ello, a opciones más sostenibles e inclusivas, dada la alta creación de empleo que genera, aportando al crecimiento y desarrollo económico.
La promoción del uso responsable de la madera, con su consiguiente política de promoción de la forestación, puede posicionar a la Argentina a la vanguardia de los temas ambientales.
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