Nutrición de cultivos para achicar brechas de rendimiento
En la primera jornada virtual del Simposio Fertilidad 2021 se abordó cómo optimizar el manejo de la nutrición de los diferentes agroecosistemas y de qué manera esos planteos contribuyen a la reducción de la brecha entre los rendimientos actuales y los alcanzables en las diferentes regiones. Al respecto, el ingeniero agrónomo Andrés Grasso, coordinador técnico Fertilizar AC, habló sobre la disponibilidad de nutrientes y respuestas en producción y calidad. “Hay que saber que nuestro gran reservorio de producción son los nutrientes que están en el suelo, que esos nutrientes son limitantes y que el puente para poder conciliar la producción de granos con esos limitantes es la fertilización”. Así abrió su exposición Grasso, quien aportó el dato de que, en la región pampeana, “la fertilización aporta el 23% a la producción de granos”.
Grasso resaltó la importancia de hacer análisis de suelos para obtener un diagnóstico, interpretar los resultados y diseñar luego la estrategia de nutrición. “Esto es la base del manejo de una nutrición balanceada de cultivos. Es necesario pasar de la visión del lote a la del ambiente”, apuntó.
Desde 2010, Fertilizar AC trabaja con el INTA y otras instituciones en ensayos en 9 localidades y 12 sitios representativos, evaluando cuatro estrategias de fertilización: un testigo (sin fertilizar); una fertilización media (sólo nitrógeno y fósforo); una fertilización recomendada promedio (con análisis de suelos); y una nutrición balanceada apuntando a altos rindes.
Los resultados de esta red arrojan que el productor de trigo “que fertilizó con recomendación promedio” obtuvo un 27% más de rindes, pero hubiera ganado 20% mas con una fertilización balanceada. En cebada, la brecha entre lo que se obtuvo y lo alcanzable fue de 22% (más de 1.300 kg/ha). En maíz, el productor que fertilizó ganó 22%, pero hubiera podido alcanzar 1.700 kg más con un manejo ajustado.
En el caso de la soja, Grasso afirmó que se comenzó a revertir la creencia de que la oleaginosa no responde a la fertilización, aunque todavía se hace poco aporte de nutrientes: “sólo se aplica un arrancador de fósforo”. Grasso aseguró que “con azufre y micronutrientes se puede ganar 15%, alrededor de 630 kg de soja por ha”.
Resumió que la fertilización balanceada “incrementa los rendimientos hasta un 26% en promedio. En condiciones no limitadas en nutrición, los rindes de los cultivos son hasta 16% superiores a los que se alcanzan con las prácticas actuales". En tanto que, en la mayoría de los cultivos con recomendaciones medias de fertilización, haciendo ajustes con N, P, S y micronutrientes la diferencia se reduce a la mitad.
Grasso mostró los mapas de disponibilidad de nutrientes, de acuerdo a un relevamiento de INTA-Fertilizar AC de 2018. “Hay una situación restrictiva, pero es de manejo porque ya sabemos que faltan nutrientes: el nitrógeno de la materia orgánica junto con el zinc y el fósforo. La deficiencia en fósforo se da en 60% de los suelos. Y la pérdida de zinc –Zn- ha sido muy extendida en los últimos años, limitando la producción”, alertó.
El técnico de Fertilizar AC indicó que “hay que avanzar hacia las buenas prácticas de fertilización”, resumidas en “establecer las dosis y el tipo de nutrientes en función del diagnóstico; la expectativa de rendimientos alcanzables (a partir del rinde medio de las últimas campañas) y el momento y el lugar en donde se van a aplicar”.
Nutrición de cultivos y brechas de rendimiento
En el cierre de la primera jornada virtual del Simposio Fertilidad 2021, Juan Pablo Monzón, investigador de la Universidad de Nebraska-Lincoln, Estados Unidos y del CONICET, y que se desempeña también en la Unidad Integrada del INTA Balcarce y la Universidad de Mar del Plata, disertó sobre nutrición de cultivos para achicar la brecha de rendimientos.
“Los análisis indican que las aplicaciones actuales de nutrientes no son suficientes para cerrar la actual brecha de rendimientos y, en la mayoría de los casos, los balances indican que hay ‘minado’ de nutrientes (aplicación deficitaria)”. Advirtió que esta cuestión explica el avance de la agricultura sobre sistemas “marginales y poco productivos”. “Estos factores combinados producen una fuerte presión sobre el área actual de cultivos, por lo tanto, si se quiere satisfacer la demanda futura de alimento sin una expansión del área ya cultivada, se requerirá una intensificación (sustentable) de la producción de cultivos para que cada hectárea produzca cerca de su potencial, minimizando el impacto ambiental y preservando el recurso suelo”.
Con datos de la red ReTAA de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires, Monzón enumeró que actualmente el maíz tiene un balance negativo de nutrientes de 35 kg/ha de nitrógeno; 9 kg/ha en fósforo y también 9 kg/ha de azufre. “El agregado de N al maíz es altamente rentable”, dijo.
En trigo, el balance negativo de la nutrición de minerales es de 7 kg/ha en el caso de N; 0 en P y 5 en Z. “Es el único cultivo que, para los rindes actuales, en algunas regiones del país presenta un balance positivo en fósforo”.
La soja en tanto, presenta balance negativo de P de 11 kg/ha y falta de S por 7 kg/ha. “Para poder cerrar esa brecha de rindes sin comprometer la calidad del suelo vamos a requerir un aumento sustancial en el uso de nutrientes”, sentenció Monzón. Y reforzó con que “las aplicaciones actuales no son suficientes para cerrar la brecha de rindes”.
En tanto que advirtió que esos mayores aportes “conllevan un mayor riesgo de pérdidas si los nutrientes no son aplicados adecuadamente” y al mismo tiempo aparecen también otros factores limitantes, como una inadecuada elección de fecha de siembra o densidad de plantas, largo de ciclo, o un pobre control de malezas, insectos y enfermedades.
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