Con este modo productivo ¿Es real el argumento "Argentina alimenta al mundo"?
El recientemente publicado "Manual sobre Sistemas Productivos Sostenibles", Coordinado por el Dr. Emilio Satorre, editado por CREA, y auspiciado por empresas como Nidera, Syngenta, NK, Profertil, Basf, Banco Galicia, Banco Frances y VW, le da voz a un gran número de profesionales que en su mayoría discrepan con argumentos escuchados hasta hoy en eventos y exposiciones. Entre ellos está el caso de Pablo Tittonell, integrante del Grupo Interdisciplinario de Investigación y Extensión en Agroecología, Ambiente y Sistemas de Producción del Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias de Bariloche, INTA-Conicet, quién se anima a cuestionar unos de los argumentos más "intocables" del campo Argentino como lo sonl: "La Argentina que alimenta al mundo" y la relación "producto/resultados".
Según Tittonelli: "Uno de los argumentos más frecuentes para sostener la necesidad del modelo productivo actual es que “la Argentina alimenta al mundo”. Un fin tan altruista parecería justificar los medios, fundamentando la utilización de cualquier forma de producción y los pasivos ambientales asociados".
"El mejor indicador de la disponibilidad de alimentos a nivel mundial; el que se utiliza para realizar cualquier cálculo relativo a la seguridad alimentaria es la producción de cereales, en especial de trigo, maíz y arroz y, en segundo lugar, de avena, cebada, sorgo, mijo y centeno. Se utiliza a los cereales como indicadores ya que se calcula que el 80% de las calorías ingeridas por la humanidad proviene de allí, ya sea de manera directa (granos enteros o molidos) o bien transformados en otros productos como carnes, azúcares y otras moléculas y procesados más complejos" sostiene.
"La contribución argentina a la producción mundial de cereales ronda aproximadamente el 3% (http://www.fao.org/ faostat). Una contribución importante, sin dudas. En especial porque una gran parte es exportada. Sin embargo, esa misma cifra nos indica a las claras que no es la producción argentina la que alimenta al mundo. Desde luego, las oleaginosas nacionales tienen una gran participación en el producto y en el comercio mundial, aunque la mayoría de esas calorías se pierden en la transformación secundaria o en la combustión.
La mayor parte de las exportaciones del sector agropecuario argentino constituyen productos indiferenciados, de bajo costo, que carecen de identidad territorial o de una impronta de calidad. Es momento de repensar la estrategia agroexportadora del país para promover una mayor diferenciación de los productos del agro (por ejemplo, con sellos de calidad, de equidad social como Fair Trade, de responsabilidad ambiental, de conservación de la biodiversidad y los recursos naturales, etcétera) junto con una mayor diversificación de la cartera de productos que contribuya a estimular a los productores a transitar el camino de la intensificación ecológica" afirma.
Hace falta Insumos intelectuales:
"Cada campo, cada lote, cada ambiente es un mundo complejo y quien mejor conoce esa complejidad y su evolución en el tiempo es el productor, quien puede utilizar sus conocimientos para diseñar planteos productivos basados en “insumos intelectuales”. Modelos de producción que expulsen a los productores del campo en favor de planteos de manejo a gran escala de tipo industrial no sólo comprometen la salud ambiental y los recursos naturales, sino también la oportunidad de alcanzar un futuro mejor para el sector. La biodiversidad es la base de los servicios ecosistémicos necesarios, tanto para la empresa agropecuaria como para la sociedad en general" dice.
"Las nuevas técnicas analíticas nos permiten conocer cada vez con mayor exactitud lo que sucede en cada momento, en cada rincón y a diferentes escalas del agroecosistema. También nos enseñan que la producción agropecuaria es un proceso complejo que va mucho más allá de la relación entre insumos y productos. Las nuevas “revoluciones verdes” surgirán de nuestra capacidad para entender tal complejidad y manejarla. En lo que refiere a la biología del suelo, por ejemplo, estamos apenas rasgando la superficie del conocimiento necesario para entender y manejar la biodiversidad en favor de una intensificación ecológica sostenible. Pero se avanza con rapidez, tal como ocurre en la comprensión de las interacciones biológicas a nivel del paisaje, en el desarrollo de herramientas de soporte para la agricultura de precisión, de la robótica o de la nanotecnología y sus aplicaciones. Lamentablemente, y a pesar de todos estos avances, el deterioro ambiental producto de las prácticas agropecuarias continúa en el país y el mundo. Es hora de abrazar la intensificación ecológica de la empresa agropecuaria, no sólo como un conjunto de técnicas de manejo sino también como un emblema del futuro que deseamos para nuestro sector agropecuario.
FUENTE: CREA Manual sobre Sistemas Productivos sostenibles
Por Pablo Tittonell
Grupo Interdisciplinario de Investigación y Extensión en Agroecología, Ambiente y Sistemas de Producción del Instituto de Investigaciones Forestales y Agropecuarias de Bariloche, INTA-Conicet.
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