Bio economía, agregando conocimiento a la biomasa cuidamos ambiente y sociedad
La importancia de la Bio economía según lo explica el Ing. Agr. Ingeniero Agrónomo Fernando Vilella, Profesor Titular Cátedra de Agronegocios y Director del Programa de Bioeconomía de la Facultad de Agronomía de FAUBA.
Luego de siglos de mantener rendimientos iguales en los cultivos de cereales a mediados del siglo XIX aparece lo que sería la Agronomía con mejoras que alineadas algunas décadas después generan un salto sustantivo.
Anteriormente sin cambios en los rendimientos, aumentar las cosechas solo es posible con más superficies cultivada, por eso si crecía mucho la población la tentación de guerrear invadiendo terrenos cercanos era la consecuencia habitual, con guerra se regula la población y se genera para el que ganaba mayor territorio productivo. Para la guerra tener mayor población y mejor alimentada era crucial.
Al comienzo de la Revolución Industrial del siglo XVIII la población mundial era de 800 millones de personas y aparece un nuevo fenómeno demográfico al aumentar la densidad y el porcentaje de urbanidad, proceso que continua hasta nuestros días. Una consecuencia es que menos producen lo que consumen y las tierras cultivables son las mismas.
En ese momento Malthus en su libro “Ensayo sobre el principio de la población” afirmaba que la población tiende a crecer en progresión geométrica, mientras que los alimentos sólo aumentan en progresión aritmética, por lo que la población se encuentra siempre limitada por los medios de subsistencia. Esta teoría enfrenta a Jean-Jacques Rousseau y los franceses, quienes creían que la evolución futura de la razón, de la ciencia, de la técnica genera capacidades crecientes de bienes para todos los hombres unidos bajo un contrato social.
A medidos del siglo XVII ya con 1300 millones, aparecen la química aplicada con los fertilizantes, primero minerales o de guano que también provocan en Sudamérica las guerras del salitre y del guano de aves, las máquinas de vapor que aumentan la productividad, el ferrocarril que baja los costos logísticos y permiten a bajo costo trasportar alimentos, las bases de la genética y del mejoramiento animal y vegetal, la expansión de los cultivos americanos altamente productivos como la papa y el maíz; mientras estas técnicas se incuban y perfeccionan ocurre algo fundamental que fue que millones de hectáreas se ponen en producción en las llanuras de los EEUU, Argentina, Canadá y Australia. Esto derrota en ese momento las predicciones de Malthus. Producción creciente y costos logísticos bajos el por ferrocarril y barcos a vapor permiten aumentar sustantivamente producción y población.
Ya en pleno siglo XX toda la ciencia madura y obtiene logros cuando ya no había tantas tierras nuevas por poner en producción y se debe crecer por rendimiento. Argentina lo entendía, Sarmiento había comenzado a generar instituciones que agreguen conocimiento a la producción, el Ministerio de Agricultura crea en 1904 la facultad de Agronomía y Veterinaria que pasaría a la UBA, basada en ciencia con profesores europeos formados, se suma a La Plata y otras en las principales zonas productivas.
La población sigue creciendo y en 1960 ya era de 3000 millones, en muchos lugares crece más rápido que su producción con grandes hambrunas especialmente en Asia y África. La aparición de la llamada Revolución Verde de Norman Borlaug multiplico entre 3 y 6 veces los rendimientos, salvando del hambre centenares de millones de personas por lo que ganó el Premio Nobel de la Paz y los mayores honores entre otros en India. El asesoramiento profesional, el mejoramiento genético, los fertilizantes, riego, mecanización y agroquímicos eran el centro de este cambio.
En Argentina la etapa siguiente fue el salto productivo tecnológico que produce la Siembra Directa en el manejo de los suelos y sistemas de producción combinada con la biotecnología y los OGM. Esto ocurre cuando a partir del desmanejo europeo se produce la epidemia del Mal de la Vaca Loca y se prohíben las harinas animales como fuente proteica y los asiáticos incrementan fuertemente la ingesta de proteínas animales, señales que generan el boom global de la soja. Se genera un paquete tecnológico con amplia replicabilidad en múltiples ambientes.
Aparece la homogeneización de todo reduciendo el trabajo profesional ajustado a cada situación peculiar, menos rotaciones de cultivo y principios activos, todo repetitivo. Olvidamos que en biología lo diverso es lo que genera estabilidad, y entonces recetas repetidas muestran el límite nuevamente, aparecen adversidades que mutaron y son resistentes a esos pocos principios activos utilizados ya sean malezas, enfermedades o insectos. Algunos minerales no repuestos pasan a ser crecientemente limitantes.
Por otro lado, ya con 7400 millones aparecen las limitaciones físicas que Malthus observaba hace 230 años, estamos sometiendo al planeta a un uso no sustentable, la huella de algunos de los países desarrollados y China es insostenible. Y en 2050 se prevé seremos unos 9500 millones de personas.
La producción actual requiere generar más con menos, respetando el ambiente y la sociedad circundante. Más creatividad usando las nuevas tecnologías que permiten alimentos y bioproductos de calidad a partir de un diseño de manejo sectorizado según potencial agroecológico, rotaciones más diversas que ocupen el suelo en forma permanente permitiendo que la microbiología del mismo este siempre activa, elección de variedades y fechas de siembra en función de la rotación y no solo por el año, en ganadería incorporarla inteligentemente en zonas agrícolas y no solo con aprovechamiento marginal, fijar carbono, extraer biomoléculas de la biomasa, generar energía, en general transformar localmente la biomasa en productos con mayor valor agregado.
Se puede hacer un gran salto productivo acorde con un desarrollo territorial imprescindibles para ello hay cambios institucionales y organizacionales a realizar ya que lo actual es incompatible con estos cambios, será imposibles con una ley de alquileres temporales por año, sin reponer los nutrientes por vías químicas o activación biológica, sin promoción del uso de bioinsumos como mecanismos más amigables de combate de adversidades, sin ley de semillas, sin certificaciones y trazabilidad acordes a los mercados más exigentes. Promover todas estas inversiones masivas requiere marcos legales como las que proponemos en Vaca Viva, simétricas a Vaca Muerta.
Nada de toda esta complejidad creciente tiene una respuesta lineal y única, requiere un manejo de equipos profesionales sofisticados que sean verdaderos agentes del desarrollo territorial equitativo. Los nuevos deben tener acceso a planes de estudio y formas acordes a estos requisitos, los graduados tener perfeccionamientos acordes, en definitiva, estamos agregando conocimiento a la biomasa cuidando al ambiente y la sociedad, es decir haciendo Bioeconomía.
FUENTE: Mitre y el campo